lunes, 25 de agosto de 2025


Embajador israelí en Alemania, Ron Prosor:
“Karoline Preisler es la prueba de que una persona puede marcar la diferencia al enfrentarse sola a una turba de miles de personas que se niegan a ser silenciadas.
Esta mañana en la Embajada, le entregué una bandera israelí nueva.
El odio puede manchar la tela. No puede manchar el coraje.
Y este es mi llamado: si tu bandera fue robada, quemada o manchada, escríbeme. Te enviaremos una nueva.”


 

 La imagen lo dice todo!!!!

I am Israel


 

 Más de 1500 artistas firmaron una carta abierta instando a las autoridades del Festival de Cine de Venecia que cancele la invitación a la actriz israelí Gal Gadot..

Según indicó el medio italiano La Repubblica, Gadot no asistirá al Festival de Cine de Venecia por presiones pro palestinas...
La semana pasada publicaron una carta abierta instaron al Festival a que “sean más valientes y claros al condenar el genocidio en curso en Gaza y la limpieza étnica en toda Palestina llevada a cabo por el gobierno y el ejército israelí”.. Luego, el domingo, emitieron una segunda carta exigiendo a los organizadores del evento cancelar la invitación enviada a Gadot..
Además, el 30 de agosto se llamó a una manifestación en Venecia bajo el lema “Detengamos el genocidio – Palestina libre”.. 🤬


 Netanyahu afirma que Israel está "listo para apoyar" al Líbano en el desarme de Hezbolá

Después de que Beirut ordenara planes para desarmar al grupo terrorista respaldado por Irán, Jerusalén prometió "medidas recíprocas", incluyendo una retirada gradual de las tropas de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) de sus puestos en el sur del país.


 

 RESILIENCIA! KOL HACABOD. MERITO!

Bravo por Andrey Kozlov quien estuvo entre los secuestrados liberados del cautiverio de Ham@s, y eligió transformar su trauma en una vía de expresión artística.
Durante su cautiverio dibujaba a lápiz, y al ser liberado continuó desarrollando esa práctica hasta convertirla en obras poderosas que cuentan su historia a través de colores, símbolos e imágenes dramáticas.
Hoy presenta sus trabajos en exposiciones en Nueva York y en todo el mundo, mostrando como de un dolor inmenso puede nacer una creación que otorga fuerza, esperanza y voz tanto a la historia personal como a la colectiva.
Veo Israel

 Wilhelm Krützfeld WILHELM KRUTZFELD: EL POLICÍA DE BERLÍN QUE OBEDECIÓ A SU CONCIENCIA Y SALVÓ A LA SINAGOGA DE LAS LLAMAS.

La noche entre el 9 y el 10 de noviembre de 1938 tanto en Berlín como en todo el Reich alemán, fue un verdadero infierno.
Los militantes de las SA, el Partido NaZi y las Juventudes Hitlerianas desataron un pogromo(persecucion violenta) contra los judíos, de una ferocidad sin precedentes: destruyeron tiendas, golpearon salvajemente y mataron a hombres, mujeres y ancianos después de sacarlos de sus casas e incendiar las sinagogas de la ciudad, con la mayoría de la población mirando con indiferencia esta ola de violencia.
Las llamas también se extendían a la Nueva Sinagoga en Oranienburger Straße, cuando repentinamente sucedió algo inesperado.
Un policía bastante mayor de edad se paró frente a los hombres de SA apuntándoles con su arma y alejándolos de allí.
En ese momento llamó a los bomberos y les dio la orden de apagar las llamas, a pesar de que había habido una directiva en sentido contrario.
Ese hombre se llamaba Wilhelm Krützfeld y hoy lo definiríamos como un "sirviente del Estado".
Había formado parte del ejército alemán bajo el Kaiser Guillermo II y había dirigido distritos de policía en Berlín, tanto en la República de Weimar como bajo el régimen naz/i.
Esa noche, Wilhelm demostró que su humanidad estaba por encima de las órdenes que venían de arriba.
En ese momento, su imperativo fue detener el horror, incluso arriesgándose personalmente.
Al día siguiente fue severamente reprendido por su conducta por sus superiores; su hijo contó haberlo visto regresar a casa esa noche con el rostro gris y pálido como un trapo.
Sin embargo, y a pesar de todo, Wilhelm mantuvo la espalda recta, y en los años siguientes advirtió en varias ocasiones a sus vecinos judíos para evitar su arresto. Una placa al lado de la Sinagoga recuerda a Wilhelm Krützfeld (1880 - 1953) y su valiente acción.
Si hoy podemos seguir admirando en Berlín este edificio, de gran valor arquitectónico y espiritual, es gracias a él.
La espléndida cúpula dorada de la Sinagoga de la Oranienburger Straße es uno de los símbolos de Berlín y fue salvada por un hombre que en los años más oscuros del nacionalsocialismo supo obedecer a su conciencia y decir un fuerte no!
Ugo Rosenberg
Israele, Amore Mio2

Ya queda menos para que ñ podamos ver de nuevo en acción a Doron Kabilio (Lior Raz) 👍👍👍
Solo la Verdad por Israel ****

 Nuevamente el arte se politiza. Que patético!

La actriz israelí Gal Gadot no participará en el Festival de Cine de Venecia debido a presiones pro-palestinas.
Así lo revela el diario italiano "La Repubblica".
La actriz debía asistir para presentar la película de Julian Schnabel "In the Hands of Dante", en la cual actúa junto a Gerard Butler y que se proyectará fuera de competición.
Sin embargo, no acompañará al equipo de la película durante el evento como se había previsto inicialmente.
El colectivo Venice4Palestine ha exigido la anulación de la invitación a “actores acusados de hacer declaraciones públicas que presuntamente apoyan al gobierno israelí”.
El anuncio de su ausencia se produce después que 1500 profesionales del cine italiano - directores, actores y artistas - organizados dentro del colectivo, firmaran una carta abierta el fin de semana pasado exigiendo al festival que adoptara una posición respecto al conflicto en Oriente Medio.
Esta primera carta fue seguida de una segunda enviada el domingo, pidiendo a los organizadores que cancelaran la invitación dirigida a Gadot.
El 30 de agosto se prevé en Venecia una manifestación regional pro-palestina y obviamente en contra el Estado de Israel durante el festival.
Desde el comienzo de la guerra en Gaza, Gal Gadot ha afirmado en varias ocasiones su orgullo de ser israelí y de pertenecer al pueblo judío.
Foto: Mendy Hechtman/Flash
Israj


Nací para odiar a los judíos. Era parte de mi vida. Nunca lo cuestioné. No nací en Irán ni en Siria. Nací en Inglaterra. Mis padres se mudaron allí desde Pakistán. La suya era la típica historia de inmigrante: emigrar a Occidente con la esperanza de una vida mejor para ellos y sus hijos.
Éramos una familia musulmana devota, pero no extremistas ni radicales en absoluto. Solo deseábamos lo mejor para todos, excepto para los judíos. Creíamos que los judíos eran extranjeros que vivían en tierras musulmanas robadas, ocupantes que cometían un genocidio contra el pueblo palestino. Nuestro odio, por lo tanto, era justificado y justo. Y nos hacía vulnerables a mis amigos y a mí ante los argumentos de los extremistas radicales. Si los judíos eran tan malvados como siempre habíamos creído, ¿no debían ser igual de malvados quienes los apoyaban —cristianos, estadounidenses y otros en Occidente—?
A partir de la década de 1990, oradores y profesores en mezquitas y escuelas comenzaron a repetir sin cesar este lema: No éramos occidentales. No éramos británicos. Éramos musulmanes, ante todo. Nuestra lealtad era hacia nuestra religión y hacia nuestros correligionarios musulmanes. No debíamos nada a las naciones occidentales que nos acogieron. Como occidentales, eran nuestros enemigos.
Todo esto tuvo el efecto deseado. Al menos, en mí. Cambió mi forma de ver el mundo. Empecé a ver el sufrimiento de los musulmanes, incluso en Gran Bretaña, como culpa del imperialismo occidental. Occidente estaba en guerra con nosotros, y los judíos controlaban Occidente. Mi experiencia universitaria en Gran Bretaña no hizo más que reforzar mis creencias, cada vez más radicales. Odiar a Israel era una insignia de honor. Organizar una manifestación antiisraelí y propalestina era seguro atraer a una multitud numerosa y aprobatoria.
En la universidad, decidí que las protestas y la propaganda contra Israel no eran suficientes. La verdadera yihad exigía violencia. Así que hice planes para unirme a la verdadera lucha. Dejaría la universidad y me uniría a un campo de entrenamiento terrorista en Pakistán. Pero, por suerte para mí, el destino intervino: en una librería.
Me encontré con un libro titulado "El caso de Israel", del profesor de derecho de Harvard Alan Dershowitz. ¿El caso de Israel? ¿Qué caso podría haber? El título en sí me enfureció, y comencé a leer las páginas casi como un acto de desafío. ¿Qué tan desinformado, qué estúpido, podía ser este tipo para defender lo indefendible? Bueno, era judío. Esa tenía que ser la respuesta.
👉Aun así, leí. Y lo que leí desafió todos mis dogmas sobre Israel y los judíos: leí que no fue Israel quien creó la crisis de refugiados palestinos; fueron los países árabes, las Naciones Unidas y los corruptos líderes palestinos. Leí que los judíos no explotaron el Holocausto para crear el Estado de Israel; el movimiento para crear un Estado judío moderno se remonta al siglo XIX y, en última instancia, a los inicios del pueblo judío hace casi 4000 años. Y leí que Israel no está cometiendo un genocidio contra los palestinos. Al contrario, la población palestina se ha duplicado en tan solo veinte años.
Esto solo me enfureció más. Necesitaba demostrarle a Dershowitz que se equivocaba, ver con mis propios ojos lo racista y opresivo que era realmente Israel. Así que compré un billete de avión. Viajaría a Israel, el hogar de mi enemigo. Y ahí fue cuando todo cambió. Todo.
👉Lo que vi con mis propios ojos fue aún más desafiante que lo que Dershowitz había escrito. En lugar de apartheid, vi coexistir a musulmanes, cristianos y judíos. En lugar de odio, vi aceptación, incluso compasión. Vi una democracia estridente, moderna y liberal, llena de defectos, sin duda, pero fundamentalmente decente. Vi un país que solo quería vivir en paz con sus vecinos. Vi mi odio derretirse ante mis ojos. En ese momento supe lo que tenía que hacer.
Demasiadas personas en este planeta están consumidas por el mismo odio que me consumió a mí. Les han enseñado a despreciar al Estado judío: muchos musulmanes por su religión; muchos otros por sus profesores universitarios o grupos estudiantiles.
Así que este es mi reto para cualquiera que se sienta así: hagan lo que yo hice: busquen la verdad por sí mismos. Si la verdad puede cambiarme, puede cambiar a cualquiera.
Soy Kasim Hafeez de la Universidad Prager.

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